Soy feminista porque por mi cabeza ni
asoma la posibilidad de no serlo, porque para las mujeres es casi una
obligación; no creo que las mujeres podamos permitirnos otra alternativa. Soy feminista porque, aunque sean varones,
quiero un mundo mejor para mis hijos.
Desde
pequeña vi como en el comedor del colegio a las niñas nos obligaron a servir
las mesas. Era algo que ocurría en aquella época, al menos en mi colegio no
había monitores como hoy día, y las alumnas servíamos y comíamos más tarde
cuando los demás habían terminado. También lo hacían algunos chicos, con la
diferencia de que para ellos era una opción y para nosotras una obligación.
Otro
caso era el típico del patio del colegio, en el que el campo de fútbol era en exclusiva de los niños mientras las
niñas jugaban… a cosas de niñas. Yo solía
ser un poco rebelde, tampoco mucho, pero sí que protesté en alguna ocasión y
conseguí que las chicas pudiéramos jugar dos días a la semana, aunque
siguiéramos estando en desventaja, creedme, en ese momento nos pareció un gran
logro. El director del cole se entretenía en el recreo viendo jugar a los
niños, mientras para la mayoría de las niñas ya era un éxito tocar un par de veces el
balón sin que fuese fuera. Pero disfrutábamos de ese ratito de fútbol.
En
el plano familiar, mis padres pertenecen a una época anterior, ellos no saben
lo que es el machismo, simplemente para ellos esas son las normas. Mi madre siempre las ha acatado, aunque
seguramente sabe que no son justas, como tantas y tantas mujeres de su época. Por
su desconocimiento, así nos criaron a nosotros. Que a mi hermana y a mí nos
gustara coleccionar los álbumes de los futbolistas de los bollycaos, o jugar a chutar no es algo que mi madre pudiera
entender. En alguna ocasión, en el mundial de Estados Unidos mi madre nos apagó
la tele, porque ¿desde cuándo las niñas viendo el fútbol?
“Las niñas están muy bonitas cosiendo” es una
frase que en muchas ocasiones oí de mi madre y mi abuela en mi infancia. Desde
luego que ojalá les hubiese hecho un poco de caso y hubiera aprendido a coser,
me habría ahorrado muchos quebraderos de cabeza ahora con los disfraces de mis
hijos en el cole. Pero por el hecho de que coser está bien, es algo necesario y
que todos deberíamos saber, como cocinar y planchar. En ningún caso porque las
niñas cosiendo estén más bonitas…
También
crecí viendo cómo desde muy temprana edad, mi regalo de Reyes era ajuar. Yo no
lo entendía, yo me moría por una Barbie.
Pero me estaban educando para ser una mujer casadera,
que cuando me saliera un novio estuviese preparada para “poner una casa”.
Ojalá
nadie malinterprete estas palabras, para nada es un alegato en contra de la
educación que me han dado, de la que estoy superorgullosa. Lo que quiero es más bien destacar mi propia lucha ante esos
estereotipos establecidos en una sociedad por naturaleza machista, que han sido
tan normales hasta muy recientemente y
que por desgracia aún mantienen muchas personas.
Creo
que soy feminista desde siempre, pero cada vez con más convencimiento. Soy feminista
porque he realizado trabajos por los que han pagado más a un hombre que hacía
lo mismo que yo, y a veces menos y sobre todo peor. Soy feminista porque me
despidieron de un trabajo después de nacer Mateo, y al día siguiente en mi
puesto había un chico más joven. Porque me dijeron que contaban conmigo para un
trabajo, pero después me dijeron que no cuando supieron que estaba embarazada
de Nacho. Y más adelante, teniendo un contrato firmado, no me dieron de alta
cuando no pude incorporarme por estar acompañando a mi hijo en el hospital por
un horrible accidente.
Soy
feminista porque vivimos en un país con unos horarios que no nos facilitan la
conciliación, porque quiero trabajar pero ahora mismo no encuentro ningún
trabajo que sea compatible con dedicarme también a mis hijos que son mi vida.
También
porque estoy harta de los estereotipos desde pequeños de los que varias veces
ya he hablado en mis posts: porque a
Mateo le gusta el rosa, y me aburre que cada vez que le compro una simple
libreta me pregunte el dependiente si es niño o niña con el único propósito de
no dármela rosa si es niño. Porque estoy harta de escuchar que los niños no
lloran, pero los niños sí lloran, y
expresan sus emociones como todo ser humano independientemente de su sexo. Porque
quiero que cuando cumplan más años no tengan vergüenza de seguir jugando con
sus bebés y cuidándolos como lo hacen, ya que eso solo significa que serán
buenos papás, si es que algún día deciden serlo, y si no pues que querrán y
respetarán a los bebés.
Pero
aún llama la atención que Nacho pasee a su bebé Carlitos en su carrito por todo
el pueblo. Afortunadamente de momento él no tiene complejos y es superfeliz,
pero no quiero que las miradas y los comentarios lo cambien.
Soy
feminista porque no puede ser de otra manera, porque necesitamos igualdad real
ya, pero no a base de odio y de echar
mierda a los hombres. No veo otra solución que empezar desde la base con el
pilar fundamental que es la educación, en casa en primer lugar, y en el colegio
también. Ir acabando con los roles tradicionales, empoderar a las niñas y
hacerles ver que pueden llegar a ser lo que quieran, que pueden elegir, pero no
a base de criminalizar a los hombres, porque entonces ya no sería igualdad.
Algunas
personas que se reconocen a sí mismas como abanderadas del feminismo, flaco
favor hacen en realidad cuando se lo llevan a sus extremos que no compartimos
muchas mujeres feministas a las que no representan y que por supuesto no somos
peores que ellas, ni menos feministas.
Feliz día de la mujer. Ojalá pronto ya no sea necesario celebrar este día porque la igualdad sea.
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