jueves, 29 de noviembre de 2018

Los niños sí lloran: un cuento para Nacho


     Nacho era un niño muy alegre, casi siempre sonreía. Era un niño feliz cuyos ojos brillaban con luz propia.
 
     Pero precisamente un día Nacho tenía los ojos brillantes y no era por la luz de siempre… Los ojos le brillaban porque tenía ganas de llorar. 
 
     Nacho estaba haciendo pucheros, aguantando las ganas de llorar porque unos niños traviesos le habían dicho que los niños no lloran, que llorar era cosa de niñas, y que era un bebé.
 
     El pobre Nacho quería estar con su mamá, la echaba mucho de menos. Su mamá era la persona a la que más quería y le apetecía mucho darle un abrazo muy muy fuerte. Pero después de que los otros niños se rieran de él, no sólo estaba triste, también estaba bastante enfadado. ¿Por qué se tendrían que reír de él? ¿Por qué no le dejaban tranquilo si tenía ganas de llorar? 
 
     Mientras estaba intentando contener sus lágrimas, notó que alguien se le acercaba. Nacho pensó quién estaría tratando de molestarle o reírse de él otra vez.
 
     ¿Pero qué era esa presencia tan extraña? Aunque sorprendentemente no sintió miedo, no pudo evitar sentirse extrañado; era como una especie de algodón gigante, parecía suave e inofensivo. Se le acercó un poco más y le preguntó a Nacho qué le pasaba. 
 
     Nacho estaba muy asombrado… y ese algodón suave le insistió:    
     - No tengas miedo, sólo quiero ayudarte. Si me cuentas lo que te pasa, seguro que podré hacerlo, se me da bien ayudar a los demás.
Nacho, aunque seguía extrañado, le preguntó:

-  ¿Quién eres tú?

 A lo que esa especie de algodón contestó:

  - Me llamo Cloudy y soy una nube. Me gusta bajar a la superficie a ayudar a los niños. Además, me divierte vivir nuevas aventuras. ¿Me vas a decir ahora qué te pasa?
     Nacho le contó lo que le pasaba: se había sentido mal y tenía ganas de llorar. Unos niños se habían reído de él y eso le había hecho enfurecer, y ahora tenía aún más ganas de llorar, incluso de gritar.
 
     Cloudy se quedó bastante sorprendida. Le parecía muy mal que se hubiesen reído de él por una cosa tan normal como es llorar, si todo el mundo llora. Sin embargo, la nubecita entendió bien a Nacho y le quiso ayudar.
 
    - No te preocupes Nacho, hay algunas personas que no saben ponerse en el lugar de los demás, pero es muy importante no hacer a los otros lo que no te gusta que te hagan a ti. Seguramente esos niños no lo saben. Yo te puedo entender perfectamente, así que escucha con atención lo que te voy a contar.
     Y Cloudy comenzó a hablar. Nacho la oía, entre impaciente e incrédulo.
 
En el Mundo de las Nubes, las nubes pequeñas siempre lo pasamos muy bien: cantamos canciones, jugamos a hacer formas para que otras nubes adivinen qué somos… ¡es muy divertido! Me lo paso genial y soy muy feliz. Pero también a veces me siento triste, y tengo ganas de llorar. ¿Sabías que cuando llueve es porque las nubes lloramos? Y después de descargar todas mis lágrimas, que son el agua de la lluvia, me siento mucho mejor, es como si empezara de nuevo. Y no pasa nada por llorar. Yo creo que todo el mundo llora, o casi todo el mundo, porque conozco a una señora allá arriba en el Mundo de las Nubes a la que nunca he visto llorar, y es curioso porque se llama doña Borrasca. Casi siempre está enfadada, y aunque nunca la he visto llorar, muchas veces la he visto gritar. Los gritos de las nubes son la tormenta. A mí no me gusta nada la tormenta; en realidad, me asusta”.
 
     Nacho no había dejado de escuchar la historia de la nube en ningún momento. Le gustaba lo que le estaba contando su nueva amiga, que continuó:
 
       - Por eso, si quieres llorar, llora, que seguro que después de llorar lo  verás todo de otra manera y te sentirás mejor; yo estoy segura de que todo el mundo llora alguna vez. – continuó Cloudy.
     - ¿También doña Borrasca?, - le preguntó Nacho.
     - También doña Borrasca. Incluso los niños que se han reído de ti por       llorar.
     Cloudy continuó: 
 
     - Sabes Nacho, no siempre nos sentimos igual. Las personas, y también las nubes, podemos sentir muchas emociones diferentes. Tú quieres mucho a tu mamá, eso se llama AMOR. Cuando tienes muchas ganas de verla y abrazarla, la echas de menos y sientes TRISTEZA. Cuando esos niños se han reído de ti, te ha parecido muy mal, te has puesto un poco nervioso, incluso furioso. ¡Es tan injusto que se rían de ti! Has sentido RABIA. Cuando escucho a doña Borrasca gritar, siento que algo malo va a pasar, tengo MIEDO.
     Nacho se quedó pensando, y creyó que Cloudy era una nube muy lista y sabía un montón de cosas. La verdad es que no pudo evitar que se le escaparan algunas lágrimas de sus brillosos ojos, pero después de eso, Nacho se sintió más tranquilo. 
 
     Nacho le dijo a Cloudy:
 
     - Después de hablar contigo estoy más tranquilo, ya no estoy tan triste ni enfadado. Entonces, ¿qué emoción siento?
     - CALMA, Nacho. Estás calmado cuando consigues controlar tu rabia. Es normal que estés triste por echar de menos a tu mamá a la que tanto quieres, pero piensa que más tarde la verás y podrás abrazarla fuerte, jugar con ella…
     Nacho sonrió.
      - Ya estoy deseando jugar con mi mamá. Lo pasamos muy bien. Jugar con ella es super guay.
       - ¿Y sabes cómo se llama esa emoción? Es la ALEGRÍA.
      - Pues cuando juego con mamá estoy alegre. ¡Mi mamá me sube a las nubes!
     - Hablando de subir a las nubes, ¡es un poco tarde!, ¡qué despiste! Me tengo que marchar. Pero antes de irme quiero recordarte que no debes sentir vergüenza por mostrar tus sentimientos, puedes llorar si es lo que te apetece porque te sientes triste. Pero, sobre todo, no te olvides de reír y ser feliz.
     Nacho se sintió mucho mejor con los consejos de Cloudy. No volvería a contener sus emociones, las emociones están para expresarlas. Le preguntó a la nubecita si volvería a verla. Ella le contestó:
 
     - ¡Claro que sí! Aunque casi siempre estoy en las nubes… Pero cuando quieras verme sólo tienes que mirar hacia arriba y buscarme. Jugaremos a hacer formas con las nubes, y haré formas de corazón para ti para que no olvides lo importante que son tus emociones.



4 comentarios:

  1. Felicidades Belén, por tu relato, tan cercano y necesario. Tu prima María Jesús, desde Madrid. Un abrazo.

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  2. Gracias, María Jesús, me hace mucha ilusión que lo leas desde Madrid. Un abrazo.

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  3. Belén no soy de leer, la verdad es que no me suele gustar o no consigo que me enganche, pero tú lo consigues, siempre te leo y a demás me gusta, si haces un libro seguro que lo compro ☺️.
    Es muy bonito y real y consentimiento todo lo que escribes, me encanta !!!!

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  4. Muchas gracias por leerme y por tu comentario. Comentarios así me animan a seguir escribiendo... gracias de corazón.

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