jueves, 16 de mayo de 2019

La liberación de hacer sólo aquello que deseas


Si dejo de ser yo misma para contentar a los demás, no soy nada. Si paso por alto mis valores y mis convicciones, no soy nada. Si no hago lo que sale de mi corazón, pierdo mi esencia. Y si pierdo mi esencia no soy nada. 

Cumplir años es genial, pero hacerte mayor es una mierda. Cuando eres joven lo ves tan lejos, piensas que falta tanto para los treinta, para los cuarenta… pero ya están casi ahí… ya no te parecen tan malos. Como dicen los cuarenta son los nuevos treinta, y así sucesivamente. 

Pero cumplir años nos da algo maravilloso, y es el hecho de poder hacer lo que creo coherente con mis valores y principios sin necesidad de tener que demostrarle nada a nadie, más allá de a mí misma. Y eso es algo que no podía afirmar con tanta rotundidad cuando era más joven. 

Y aunque siempre soy consciente de que esto es como una cuenta atrás, que cada momento vivido no volverá, eso del carpe diem, y tengo muy presente la muerte, por el miedo que me da, al mismo tiempo reconozco que estoy viviendo el mejor momento de mi vida, y no me cambiaría por vivir ningún momento pasado.

Una de las mejores cosas que me han dado los años es poder actuar conforme creo que tengo que hacerlo. Seguramente me equivocaré muchas veces, todo el mundo se equivoca. Pero cuando hago lo que me dicta el corazón es como algo superior a mí misma, quién soy yo para contradecir a mi corazón. 

No voy a hacer lo que no creo que tenga que hacer por contentar a la mayoría. No voy a someterme a normas socialmente impuestas que no comparto.

Y soy muy feliz, y me siento muy satisfecha de lo que hago y consigo aunque a veces me fustigue y sea demasiado exigente conmigo misma, porque no llego a todo y me gustaría. 

Pues eso, que si yo no soy quien para contradecir lo que dicta mi corazón, a ver qué se creen los demás para ni siquiera cuestionarlo.