Me gusta escribir porque es como una forma de ordenar mis ideas. Leer yo misma lo que he escrito me ayuda a ver las cosas más claras. Al escribir, al contrario de cuando hablo, me siento segura de mis ideas, siento que "hablo con propiedad".
Cuando hablo a menudo me lío, digo cosas que no quería decir, me expreso mal y entonces mi interlocutor entiende otra cosa, en definitiva, me siento supertorpe.
Ojalá supiera hablar con asertividad sin que me den ganas de llorar cuando algo me parece injusto y de pronto me siento frágil. Quiero decir mil cosas pero en ese momento no me salen las palabras adecuadas y, a veces, lo fastidio. Ojalá no fuera tan emocional y no viviera todo tan intensamente, pero es lo que soy: mi esencia.
Todo es diferente al escribir, hay tiempo de reflexionar, de ordenar pensamientos, de elegir las palabras adecuadas.
Algunas personas cercanas me dicen que para nada parezco insegura. Me alegro de dar esa imagen, pero la realidad es que mi baja autoestima a menudo me paraliza: pienso que no estoy a la altura, que voy a decir alguna tontería y opto por callarme, muchas veces.
Delante del teclado del ordenador, sin embargo, los dedos fluyen dando forma a mis pensamientos sin miedo, aunque eso sí, con algo de pudor al publicar y, por tanto, compartir lo que escribo.
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