sábado, 15 de febrero de 2020

La luz de mi vida


Los jueves lo recojo a las tres y vuelvo a llevarlo a las extraescolares a las tres y media para que pasemos esa media hora juntos. Mateo, en cambio, prefiere quedarse ese rato en el cole jugando con sus amigos. Después me voy a clase y no vuelvo hasta la noche.

Y el pasado jueves, cuando lo estaba llevando ya para el deporte, le dije: «Nacho, me encanta este ratito que pasamos juntos». Y él me contestó: «Mami, a mí me encanta todo el tiempo que paso contigo»

Una vez más, me deja sin palabras. 

Todos los días me repite en bucle, ya desde la noche anterior, si voy a estar esperándole en la vallita cuando salga del comedor, y me pregunta por las mañanas qué vamos a hacer por la tarde y me pide que no vaya a ningún sitio, que quiere estar conmigo.

Me has dicho muchas veces que yo no tengo que ser nada, solo tu mamá. 

Y te aseguro que a mí lo que más me gusta es ser tu mamá, la mamá de los dos. Es lo que más feliz me ha hecho en toda mi vida. Ya ni sé cómo podía vivir antes de vosotros. 

Me encanta ser vuestra mamá, pero necesito ser otras cosas… quiero ser mujer, quiero trabajar, y también quiero ser amiga, quiero ser alumna, quiero ser maestra… quiero seguir aprendiendo, quiero mejorar, sobre todo por mí misma, pero también por vosotros.

Me gusta el tiempo que pasamos juntos. Me gusta que te guste la misma música que me gusta a mí, y que ya escuches en bucle y cantes canciones de Funambulista, aunque tienes claro que tu favorita es Shallow de Lady Gaga y Bradley Cooper. 

Y que me sorprendas con preguntas como qué es un hater porque lo has escuchado en una canción de Leiva. 

Me encanta la imaginación que tienes para inventar juegos, como llevas la voz cantante cuando juegas con Mateo, y también que a veces me des permiso para entrar en tu guarida que has montado en el salón. 

Me gusta hasta que te pongas un poco celoso si estoy dándole cariño a Mateo; me querrías solo para ti, pero tienes que compartirme con el hermano porque yo no puedo elegir a cuál de los dos quiero más, por mucho que me lo preguntéis todos los días, mi respuesta no va a cambiar. 

Ya desde que erais bebés estuve durante tres años trabajando siempre por las tardes, llegando a casa tarde, y os poníais felices cuando llegaba aunque quizás solo fuera por engancharos a la teta. Seguro que notabais la ausencia, pero aún erais pequeños para verbalizarlo.

En aquella época daba clases hasta las diez de la noche. Vivimos en una sociedad con unos horarios imposibles para conciliar, para encargarnos de nuestros hijos.  


Perdonadme por el tiempo que dejo de dedicaros por luchar por una ilusión. Sois mi fuerza, mi orgullo, mi luz. La luz de mi vida. 


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