martes, 31 de diciembre de 2019

Lo que me sale del corazón


Cuando algo me ronda la cabeza lo que me llama es redactarlo, expresarlo con palabras por escrito me hace ver las cosas más claras. A veces fluye, y cojo el ordenador y las manos van solas… incluso si lo leo unos días más tarde es como… ¿pero esto lo he escrito yo?

Otras veces no me resulta tan fácil, ideas van y vienen de mi cabeza, ideas que me llevan rondando un tiempo, reflexiones sobre este último año, como una forma de cerrar el ciclo del año que termina o incluso los propósitos del nuevo año. 

Y las ideas que me vienen son acerca de cosas de la vida, que es un continuo aprendizaje; creemos que llega un momento que sabemos lo que tenemos que saber, que tenemos un control sobre nuestra vida, pero las circunstancias cambian, incluso cuando tienes la vida más o menos encaminada, habrá situaciones que te hacen tambalearte y te siguen poniendo a prueba, y al fin y al cabo, te cambian, te enseñan algo nuevo que debías aprender. 

Y reflexionas sobre todo lo maravilloso, la gente estupenda que por suerte te encuentras por el camino. Uno de mis lemas en la vida es que lo importante siempre son las personas que tenemos, ya sean las más cercanas o gente de nuestro entorno que sabemos que están ahí y que nos gusta que estén incluso si no tenemos una relación tan estrecha.

Porque puedes conocer a tu mejor amiga el primer día de instituto, aquella que te grababa sus discos en cinta de casete y sin la que no hubieras sido capaz de aprobar las matemáticas de tercero de BUP, y que te hizo el mejor currículum que seguro fue clave en alguna entrevista de trabajo.  Pero también la puedes encontrar cerca de los cuarenta, a la que le cuentes tus inseguridades y te entienda, te aconseje y de vez en cuando te mande una canción de Spotify por Whatsapp para darte los buenos días y estar un rato en sintonía, sabiendo que esa canción será la que escuches en bucle durante los próximos días. 

También darte cuenta de que a veces das un espacio en tu vida a personas que no se corresponde con el espacio que esas personas quieren ocupar, y que hay que entenderlo, y a lo mejor no hay que darse tanto… pero al final es lo que soy, y ya he dicho alguna vez que si pierdo mi esencia no soy nada.

Tal vez algo que he sacado en claro este año es eso, cuál es mi propia esencia. Eso no lo enseñan en la escuela, ojalá algún día en la escuela se eduque en emociones, pero de momento es tarea nuestra conocernos a nosotros mismos. 

Hay personas a las que les gustamos o al menos les parecemos "buena gente" mientras que acatamos todo y estamos calladitas. Pero si damos nuestra opinión o nos quejamos de algo, ya dejamos de gustarles. Pero yo nunca he sido de callarme cuando algo no me parece justo, y hablar a veces me ha dado problemas, pero es que eso también es parte de mi esencia, y aunque me haya costado años entenderlo, ahora lo acepto e incluso me gusta. Porque es lo que soy. Intento ser coherente entre lo que siento y cómo actúo, entre lo que digo y lo que hago, simplemente porque es como me siento bien. 

Realmente me gustaría ser más original e innovadora en lo que escribo, pero es que, humildemente, yo solo escribo lo que me sale del corazón.

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