Hace
unos meses fui a comprar un puzle para Nacho en una tienda muy conocida aquí
cerca de donde vivimos. Allí no están expuestos sino que hay que pedírselos a
la dependienta y antes de enseñármelos me preguntó si era para un niño o una
niña. Mi primera sensación fue un poco de «no entiendo la pregunta» y enseguida
le contesté que cuál era la diferencia entre los de niño y los de niña, sin
ninguna intención, simplemente, algo no
me encajaba. Enseguida reaccioné, y claro, la diferencia era que si tiene colores
pastel, o muchos colores, o florecillas, es para las niñas, y si tiene colores
más oscuros, carece de flores, o es de coches o dinosaurios (por ejemplo) es de
niño.
Le
dije a la dependienta que me enseñara varios independientemente de que fueran de
niño o de niña, el único requisito es que tuviese sobre veinte piezas o, si iba
por edad, para cuatro años. Creo que la mujer se sintió un poco ofendida, como
si la estuviese atacando, aunque en ningún momento fue mi intención; mi primera reacción fue casi
instintiva por incredulidad. Cuando ya me estaba mostrando los puzles, se
excusó contándome que solo me lo había dicho por no tener que dar muchas
vueltas porque eran las madres quienes le pedían un puzle para niña (con
colores vivos, con princesas con corona, sin coches, etc.) o para un niño (sin
maripositas, y con cosas de machotes). Lo que pongo entre paréntesis es de mi
cosecha, es lo que pienso que entienden por diferencia muchas personas para distinguir
que un puzle sea de niño o de niña, porque disculpad mi torpeza, sigo sin verlo.
Hoy
he estado comprando algunos cuentos para mis niños y me ha llamado la atención
cuando he leído uno en el que ponía «cuentos para niños de ocho años». Lo he mirado y
quería pensar que con «niños» se refería a nuestro plural genérico que incluye
en español masculino y femenino. Le doy la vuelta y pone «cuentos para niños y
niñas», pensé entonces que sería el lenguaje inclusivo tan extendido
actualmente, pero no. No, porque ese desdoblamiento era para hacer una
diferenciación entre los cuentos que esta editorial publica para niños, por un
lado, y niñas, por otro. Increíble pero cierto.
Juguemos a las adivinanzas, ¿de qué color eran
los cuentos para niños y de qué color eran los cuentos para niñas? ¡Bingo! Azul
para los niños y rosa para las niñas. Muy predecible, lo sé. ¿Qué cuentos eran
para las niñas y cuáles para ellos? No necesita mucha aclaración, muy
previsible también: cuentos de princesas para criar chicas indefensas y sumisas
versus héroes valientes para criar machotes. No me gustan ni los unos ni los
otros, pero en todo caso, los cuentos deberían ser para todos.
Me
da la sensación de que damos pasos atrás. Y me fastidia porque por más que le escribí a Mateo el cuento Los colores son de todos, el tiempo parece que juega en
contra, cada vez son más influenciables por otros círculos que no somos sus
padres, y ahora dice que no le gusta el rosa aunque yo sé que le encanta.
También le gusta la purpurina, y quién ha dicho que la purpurina sea de las
niñas, pero sé que le gustará hasta que alguien se ría y le diga que eso es de
niñas. Y un niño de cinco o seis años no cree que la purpurina y el rosa sean
de las niñas por sí solo, sino porque lo ha oído de alguien mayor. El rosa no
es de las niñas, es de todos a los que les guste el rosa, y la purpurina
también.
Antes
de educar a los niños se debería educar a muchos padres, porque a lo mejor pensamos
que son tonterías, que no es tan grave, y seguramente no lo es que en vez de
pintar sus dibujos de rosa ahora los pinte de naranja, o de gris (pese a ser un
color mucho más triste). Lo que pasa es que muchas veces no somos conscientes
del poder de las palabras, hablamos sin darnos cuenta con constantes etiquetas
y los niños lo captan todo.
Además
está la realidad del día a día: en las actividades extraescolares de deporte la
mayoría de alumnos son niños varones; las niñas van a ballet, a zumba, a bailes
varios. Evidentemente cada uno elige lo que le gusta como actividad, no sé
quién, si los niños o los padres: sería
genial que los niños sean los que elijan qué actividad quieren, siempre que los
padres podamos, pero parece que ya desde pequeños hay actividades enfocadas a
niñas y otras a niños, que no es así, o no debería serlo, pero la realidad es
lo que demuestra.
Con
todo esto lo que quiero decir es que no me gusta que mi niño oculte que tiene
una princesa con la que juega a veces a escondidas de la gente, aunque sus
padres lo vean como algo absolutamente natural, porque por otros cauces él ha
percibido que eso no es lo normal. Es un niño, ¡que juegue con lo que quiera!
También,
porque me fastidia que mientras sigamos repitiendo roles, etiquetando a niños, recreando
los estereotipos machistas tradicionales, no vamos a avanzar a la igualdad que tanto
necesitamos. A la igualdad solo se puede llegar a través de la educación,
inculcándola desde pequeños. Y aunque muchos lo intentemos, si siguen
recibiendo mensajes contradictorios por otras vías, porque no todos educan con
esos valores, no podremos avanzar.
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